Terragenesis, pionero en Agricultura regenerativa en Chile
La agricultura regenerativa se presenta como un nuevo modelo productivo capaz de incrementar el impacto positivo de la actividad agrícola. Lo hace a base de capturar emisiones de CO2 y fijar ese carbono en el suelo para que sea más fértil, además de fo-mentar la biodiversidad de los ecosistemas. Profundizamos en el concepto conociendo algunas de las experiencias que ya se están implantando en España.
“Pero, exactamente, ¿Qué es la agricultura regenerativa?”… Es una de las preguntas más frecuentes que surgen al hablar de este concepto. Y es normal. Todavía no existe una definición universal ni un certificado global que acote el concepto. Sin embargo, las empresas están dando los primeros pasos, aplicando algunas de las prácticas de la agricultura re-generativa. Lo hacen con cautela, con la mirada puesta en el largo plazo, siendo conscientes de que la transición hacia este nuevo modelo pro-ductivo requiere tiempo y flexibilidad para adaptarlo a los diferentes contextos geográficos y tipos de cultivo.
¿Qué es la agricultura regenerativa?
Es el conjunto de prácticas agrarias que tienen como objetivo generar suelos más ricos en carbono y materia orgánica y, por tanto, más fértiles y resilientes, además de aumentar la biodiversidad y optimizar la gestión de los recursos, incluida el agua. La base para lograrlo es cambiar el modo de trabajar la tierra, maximizando las sinergias entre cultivos, plantas autóctonas y anima-les. Como afirma Jordi Domingo, coordinador del área de Sostenibilidad Agroalimentaria de Fundación Global Nature, “con la agricultura regenerativa es la primera vez que se pasa de reducir las externalidades negativas de la agricultura a generar externalidades positivas”.
¿Cómo se aplica?
Dentro del paraguas de la agricultura regenerativa encontramos más de 20 prácticas distintas. Algunas de las más habituales son:
Cubiertas vegetales. Pueden ser vivas (la vegetación espontánea y autóctona de cada zona o especies que se siembran entre las hileras de los cultivos o en los bordes) o inertes (residuos vegetales, paja, ramas trituradas, etc.).
Fertilizante orgánicos. La agricultura regenerativa se basa en aplicar solo fertilizantes orgánicos, basados en estiércol, compost y residuos vegetales.
Pastoreo planificado. Rebaños de ovejas, asnos o gallinas son algunos de los animales más frecuentes para regenerar los suelos. La clave está en planificar su pastoreo para que roten. Así, van equilibrando el crecimiento de las cubiertas vegetales al pastar, a la vez que aumentan la fertilización natural con su estiércol.
Cultivos intercalados. Se trata de sembrar varios cultivos en zonas próximas para obtener más rendimiento reutilizando recursos naturales.
No labrar la tierra. Evitando labrar la tierra se mantiene la estructura del suelo para que conserve micronutrientes y minerales y para evitar compactarlo.
Muchas de estas prácticas no son nuevas, son las que se utilizaban antes de industrializar la producción agrícola, “la novedad es su aplicación en determinados contextos productivos en los que antes no se utilizaban”, afirma Jordi Domingo, de Fundación Global Nature. Aunque no todas pueden aplicarse a todos los cultivos ni contextos geo-gráficos. “Por ejemplo, en el secano español de cereales no llueve entre primavera y otoño, por lo que duran-te esos meses es inviable mantener cubiertas vegetales vivas. Sin embargo, se pueden cubrir los cultivos con rastrojos. La clave es adaptar las prácticas regenerativas con flexibilidad, buscando alternativas para cada cultivo”, explica Domingo.
¿Qué aporta
Al entorno
La agricultura regenerativa permite capturar CO, de la atmósfera y almacenar este carbono en el suelo, un mecanismo esencial en la lucha contra el cambio climático. Además, la agricultura regenerativa potencia la biodiversidad de los ecosistemas, favoreciendo procesos biológicos tan esenciales como la polinización, y también aumenta el aprovechamiento del agua ya que el suelo es capaz de retenerla mejor.
A los productores
“Las medidas agronómicas regenerativas tienen impacto directo en el aumento de la competitividad del agricultor”, explica el responsable de Fundación Global Nature, que destaca: “manejar las plagas sin químicos es más económico porque evita invertir en productos cada vez más caros, baja el índice de residuos y abre el acceso a nuevos mercados nacionales e internacionales a los que antes no accedía”.
Más info www.terragenesis.cl